Talento: ¿Cómo desafiarse y superarse a sí mismo?

 

“Lo más importante del deporte no es ganar, sino participar, porque lo esencial en la vida no es el éxito,
sino esforzarse por conseguirlo.”
BARÓN PIERRE DE COUBERTIN

Recientemente me llegó a través del grupo de Whatsapp de mis amigos del Club, incluido nuestro entrenador (ahora se le dice Coach, producto de la globalización) una imagen con un comentario acerca del reemplazo de la pista de atletismo de la sede Jorge Newberry del Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires por un espacio destinado a otras actividades, tales como recitales de encumbrados artistas. Nadie se opone al progreso, sin embargo, esto deja al desnudo un síntoma de los tiempos que corren, en los cuales no resulta sencillo crear espacios y encontrar un guía o tutor en un ambiente propicio para el desarrollo personal y profesional. Los clubes eran y son incubadoras de talento. No solamente para el alto rendimiento deportivo, sino que abren por sobre todas las cosas, la puerta a la socialización y creación de vínculos como también a la oxigenación física y mental que nos permite abrir esa válvula de presión que representa el mundo laboral del siglo XXI y que con gran maestría describiera en sus ensayos Richard Sennett.¹
La agenda de la gestión del Talento está siendo invadida por supuestos gurúes que nos presentan recetas mágicas enunciando frases y términos huecos sin la menor idea de qué significan. Es indispensable que estos asuntos formen parte de la gestión del Capital Humano, pero lo que irrita es la ignorancia y la liviandad con la cual se los trata. Es esencial contar con colaboradores y profesionales de alto potencial, pero también lo es proponerse sacar lo mejor de cada uno de los integrantes para poder alcanzar un ecosistema organizacional sustentable. ¡Una partida de ajedrez no solo se gana con la Reina!
Por lo expuesto anteriormente es que quiero compartir un breve texto escrito por whatsapp en respuesta a una imagen de la sede del Club muy venida a menos. Sentí la pulsión de hacerlo y la felicidad de haber podido vivir y experimentar un ambiente en el cual forjé mi carácter y me superé a mí mismo más allá del deporte.

Suena el disparo, unas décimas de segundo tarda en verse la estela de humo como prolongación del brazo erguido de Cavanna, el largador de voz grave y firme. La tribuna alienta mientras las figuras comienzan sus zancadas tensando los músculos de todo su cuerpo. Los clavos, montados en cabretilla blanca, suenan sobre la carbonilla gris cemento con un timbre seco, socavando los andariveles y dejando una huella. En la recta opuesta, y sentados a sus anchas, los lagartos vitalicios² se ven entreverados con atletas que ya compitieron o la harán al día siguiente. Familias, en especial madres, se muestran honrando el ritual del mate. Entrenadores con cronómetro en mano cantándole los parciales a sus dirigidos, se muestran cautivados con el tranco de las veloces gacelas, mientras una formación con dirección a José León Suárez se dirige aminorando su marcha a la estación 3 de Febrero.
En la curva de los 300 metros, los tenistas, de impecable blanco, detienen el partido para observar el paso ya menos ligero de los 6 gladiadores. En la llegada uno de los jueces verifica que el hilo de lana blanca esté tenso para el primer pegaso que lo corte con su pechazo.
Los jueces, montados sobre la escalera metálica bicolor celeste y blanca, estiran sus cogotes para no perderse la entrada en la recta final. En las gradas los fanáticos bajan los inmensos escalones de a dos para gritar como si fuese el Gran Premio Jockey Club del contiguo Hipódromo de Palermo.
Los atletas ya casi no tienen energía, solo su amor propio los impulsa. Desde la enfermería la perspectiva de la llegada se asemeja al cuadro El Grito de Edvard Munch.
Arriban los atletas algo desencajados, tres de ellos se ponen sus manos en forma de jarra en su cintura, el del andarivel uno se flexiona y se toma sus tobillos. Otro se tira al piso. Solo uno llega entero a la meta, y no es el ganador de la serie. Este se dirige al montículo de indumentaria personal de los atletas cercano al aro de lanzamiento de peso para juntarse con sus pertenencias y amuletos. Pese al esfuerzo, la mayoría sonríe, probablemente hayan superado sus marcas personales. El ganador se muestra satisfecho, aunque por sus gestos se nota que no ha superado su propia marca. No obstante, se ha clasificado para la final.
En el ínterin, el planillero recoge los tiempos registrados, mientras los jueces ya preparan la siguiente serie y los atletas se prueban en los tacos. Se siente el sonido de las masas de madera astilladas en el centro por el paso del tiempo. Fijarlos en el piso es un ritual indispensable, contribuye a la concentración, a distender los nervios y la adrenalina acumulada. Mientras tanto, otro tren, este con dirección a Retiro y proveniente de Tigre, se desliza sobre los rieles a paso veloz en cercanías de la intersección de la recta final con el codo de los 300 metros.
Otros 400 planos están por comenzar…

Algunas reflexiones y consejos:

  • Al evaluar el talento, no tener una mirada parcial que nos induzca a cuidar y pensar el desarrollo solamente para los altos potenciales. Aunque esté avalado por numerosos estudios que el 20% contribuye con el 80% en términos de resultados, sería más cauto y menos determinista. Algunos aprenden más rápido que otros, pero no todos podrán sostenerlo en el tiempo, así como tampoco serán todos quienes se queden en nuestra organización pasado unos años. Sin embargo, la gran mayoría de los integrantes y colaboradores mantendrán un buen desempeño en la medida que nos ocupemos de ellos.
  • El carácter es importante: la inteligencia emocional es parte de ello. No todo el aprendizaje y lo que nos hace feliz debe estar en el ámbito laboral. Por eso, realizar o concretar alguna actividad que nos apasione termina siendo fundamental. Desde las organizaciones debemos fomentar este enfoque.
  • Qué aspira a lograr la persona es un acertijo no tan complicado de descifrar. El rol propedéutico del jefe directo, de mentores y de Recursos Humanos para detectar esto es clave para el plan de desarrollo o capacitación.
  • Crear oportunidades. No todos tienen la iniciativa, la ambición y la persistencia para cumplir sus metas, pero sí todos pretenden o desean superarse. A Muchos solo les falta orientación y es justamente en los ámbitos que complementan la vida laboral en donde también podemos encontrarlos.

Cierro este texto con la siguiente frase:

Mens sana in corpore sano
Decimus Iunius Iuvenalis

Adrian Büchner, PhD
Experience Director
Compass Consulting

¹Algunas de sus obras como La Corrosión del Carácter, El Respeto y El Artesano son ventanas que se abren a la reflexión en un mundo postmoderno sesgado por el éxito y la banalidad.

²Socios vitalicios con tiempo para broncearse durante la semana, algo hedonistas, pero espectadores de mil grandes premios y justas deportivas para la envidia de todos los presentes.

Scroll al inicio