Una respuesta posible que intentaría evadir la pregunta incómoda sería “depende”. Como parte de mi ética profesional, considero que no debemos eludir la responsabilidad de enfrentar esa consulta y sí, en cambio, plantear sin estigmatizar ni emitir juicios de valor que existen individuos con diferentes características, comportamientos y motivaciones y que, dependiendo del perfil requerido, puede tener un determinado grado de adecuación.
En mi experiencia y conocimiento sobre la ciencia de la personalidad, en particular de la teoría psico-analítica del Doctor Robert Hogan, debemos aproximarnos primero desde un enfoque descriptivo de los rasgos de personalidad que se manifestarán a través de la conducta y sus comportamientos, sumado a sus intereses y motivaciones.
Esto terminará configurando el perfil de personalidad para el escenario laboral de una persona. A modo de ejemplo: Uno puede ser más o menos extrovertido, incluso más práctico que curioso, abordar el aprendizaje desde lo empírico o desde lo formal y académico.
¿Esto es suficiente para tomar una decisión acerca de la incorporación, promoción o desvinculación de una persona?
Seguro que no. Es por ello que, en segundo término, deberíamos abordar nuestro análisis contrastando los resultados que arrojan las pruebas psicométricas con el perfil requerido de la posición, sobre todo, tomando en consideración qué exigencias laborales y profesionales (lo que conocemos como accountabilities) son requeridas para ser exitoso/a en esa función. Y no menos relevante será si la adecuación a la cultura de la organización es medianamente razonable.
Allí tendremos gran parte de las respuestas y nuestra predicción de adecuación y potencial de éxito de esa persona, tanto en la posición como en la cultura.
¿Cuándo caemos en la tentación de hablar de una personalidad difícil?
En muchas ocasiones los procesos de coaching están destinados a apuntalar la efectividad de un/a CEO o un/a VP, por citar algunos ejemplos de puestos de responsabilidad. Es en esos casos donde emerge con mucha fuerza el interrogante que encabeza este artículo. Si esto ocurre, den por seguro que algo habremos hecho mal.
Considero que tildamos a alguien de personalidad “difícil o complicada” cuando partimos de:
Mis conclusiones y recomendaciones para compartir con ustedes:
Adrian Büchner, Ph.D.