El Adultecente en su laberinto

El Adultecente en su laberinto

¿Quien no vio alguna vez algún dibujo o grabado de Mauritius Escher, ese genio holandés de la ilusión óptica y el surrealismo? Sus obras son laberintos, espacios que no nos conducen a ningún lugar en particular o quizás ese sea el sitial que la sociedad le asignó en este comienzo de milenio, una nueva era, a la generación del momento. En varias ocasiones, plantee en conferencias y foros académicos, mi enérgica resistencia a estereotipar al individuo, principalmente a aquellos jóvenes pertenecientes a grupos etarios que supuestamente muestran un comportamiento tan peculiar que los denominamos Millennials, Gen Y, etc.,  etc. Estamos hablando de personas no de objetos. Quizás ese sea el punto. En un escenario donde lo humano es reemplazado por un holograma o una identidad falsa, el objeto se acomoda en su butaca para ver una realidad virtual desplazando el contacto directo y substituyéndolo por la imagen.

¿Estás comprendido en este estereotipo? Quiero ayudarte a que no te sientas tan especial y a dejar por un momento esa zona de confort que los que creemos ser adultos te construimos.

Cuando pienso en un Adultencente (un neologismo que escuché alguna vez por ahí) me viene a la memoria esa increíble película con David Bowie: Labyrinth. Sarah, el personaje adolescente, queda a cargo de su hermanito, mientras sus padres tienen un evento fuera de casa.

Maldice, llora y en ese arrebato invoca al rey de los duendes, Jareth, un personaje de su libro preferido y expresa un deseo: que se lleve a su hermano. De pronto se apersona el rey (David Bowie) y le plantea que, para recuperar a su hermano, deberá adentrarse en el laberinto, para lo cual tiene 13 horas (un número cabalístico y simbólico si los hay). En el recorrido se encontrará con personajes diversos hasta enfrentar al rey Jareth, el cual le plantea que tendrá que optar entre quedarse en ese mundo fantástico e imaginario de sus sueños adolescentes o salvar a su pequeño hermano.

La respuesta es obvia: toma su primera decisión camino a la adultez, salvar a su hermano.

Desde hace más de 25 años la psicología del comportamiento y la laboral en particular vienen estudiando el fenómeno de las últimas generaciones como algo fuera de lo normal.

Algunos autores como Twenge sostienen que los Adultecentes de esta época son más narcisistas que antaño, cosa que también Manuel Castells mencionaba hace un tiempo ya desde la teoría sociológica. Algo que en los últimos años se ha vuelto muy popular y ha sido acuñado como Generación Me (yo). Otros, en cambio, sostienen que hay que tomar esto con pinzas, como lo hizo Dingfelder en un artículo publicado por la APA (American Psychology Association) en el cual pone en tela de juicio el estudio de Twenge, quizás el más prolífico en esta temática. Por lo tanto, el tema está más que opinado.

Es así que mi mirada se centra en un concepto que no sorprenderá a nadie:

MADUREZ. Todos, al fin y al cabo, como le ocurriera a Sarah, a Harry Potter, a Karate Kid y sí, a vos también, terminamos madurando.

El mundo del management y de los recursos humanos en particular, abrazaron una postura un tanto lineal y estrecha. El árbol que tenemos delante es posible que sean los adultecentes-adultos en su zona de confort adolescente, sin embargo, considero que lo que tenemos que describir con mayor profundidad sin la liviandad de estereotipar, son los fenómenos sociales, políticos y económicos que inducen a nuestra sociedad a etiquetar a estos jóvenes para finalizar estigmatizándolos.

Quisiera finalizar con una frase para pensar:

«No veo ninguna esperanza para el futuro de nuestro pueblo, si dependemos de la juventud frívola de hoy, por cierto, todos los jóvenes son imprudentes más allá de las palabras. Cuando yo era niño, nos enseñaron a ser discretos y respetuosos de los ancianos, pero la juventud actual es muy sabia e impaciente de moderación.” HESÍODO, 700 a.C..

¿Leíste bien, sobre todo la fecha? ¿Lo pensaste?

 

Algunos consejos para compartir:

  • Si sos una chica o un muchacho de veinte y pico, sentite vos, no diferente.
  • Identificá en qué tenés que madurar y por qué.
  • Sincérate y rebelate frente a el hecho de que te pongan un “cartel de” tal o cual cosa. Sos una persona.
  • Escuchá consejos de aquellos colegas o compañeros con otras experiencias de vida y forma tu propio criterio.

 

Estamos abiertos al debate y a la polémica. Si querés contactarnos, acá podés ubicarnos.

 

Adrian Büchner, Ph.D.

Experiencie Director (Padre de 3 Adultecentes)

 

Scroll al inicio